Te aseguro que cada pequeño momento que vivimos se grabo a fuego. Que estará aquí para siempre. Que por mucho que la vida nos ponga a prueba, sé que algún día el teléfono sonará. Y entonces será inevitable. Pero sé muchas otras cosas...
Sé que a veces es mejor que estés lejos, que tengamos tiempo, que pensemos y que reflexionemos. Cruzarnos por la calle y pensar en que quizás lo mejor hubiera sido no haber cruzado nuestros caminos. Pero allí, lejos, en el fondo, sé que moriría por tí...

Que una pareja se pierde en la rutina.

¿Qué parte es la que no entiendes? ¿Qué parte de lo que te digo es la que no comprendes? ¿Necesitas que lo diga más claro, más alto, más fuerte? ¡Te quiero! Te quiero, ¿vale? Sí, te quiero. Te quiero, te quiero, te quiero. Puedo decírtelo en un montón de idiomas, pero probablemente no lo entenderías y ya el mensaje no estaría tan claro. Y, ¿sabes qué? Sería una mentirosa y una tonta si te dijese que no me importa que tú no me quieras. Porque sí que me importa. Pero no puedo hacer nada. Me rindo. No voy a ser un estorbo. Me retiro de este juego de romper corazones o seré yo la que salga peor parada. Lo peor es que ya es tarde y tú lo sabes. Es tarde para pretender guardar las apariencias y hacer como si todo me importase una mierda, como si no existieses, como si sólo fueses una cara más a la que saludar por las aceras. Es tarde para recoger los pedacitos de orgullo que se me han clavado como estacas en la piel, es tarde para ti y para mí. No te voy a decir que no necesite tus besos, porque sabes que no me gusta mentir, pero sí te diré que ya no los quiero. Igual que tampoco te pido que me quieras, he decidido dejar de soñar con cosas imposibles. ¡Me he cansado! Así que guárdate tu sonrisa encantadora y tus miradas traviesas. Coge tu camino y nos decimos adiós. Y espero que no nos volvamos a encontrar, porque entonces confirmaré mi teoría de que al destino le gusta gastar bromas pesadas.